La autoexigencia es una característica que a menudo, presentan las personas que acuden a terapia. Es bastante frecuente encontrar a personas demasiado exigentes consigo mismas en la práctica clínica, y que este rasgo, lleve a veces a experimentar sintomatología ansiosa o depresiva. Por este motivo, en la entrada de hoy trataremos algunas cuestiones como qué es la autoexigencia, cómo identificar a alguien autoexigente y qué podemos hacer al respecto.
Autoexigencia, ¿qué es?
Una persona autoexigente es alguien que pretende dar siempre lo máximo de sí mismo sobrepasando a menudo sus propios límites y recursos. Aunque estamos habituados a relacionar en mayor medida la autoexigencia con el ámbito laboral, lo cierto es, que muy a menudo, la autoexigencia puede manifestarse en cualquier otro campo (familiar, personal, social). En función de la intensidad y de las diversas áreas en las que una persona sea exigente consigo misma, esta característica puede permitir a la persona desarrollarse y alcanzar sus metas y objetivos; o por el contrario, a esforzarse de forma desproporcionada y nunca conformarse, afectando esto a su estado de ánimo.
¿Cómo saber si estoy siendo autoexigente? Algunas señales:
- Dificultad en la toma de decisiones.
- Los errores de los demás son comprensibles, los tuyos sancionables.
- Aunque los demás admiren o alaben tus logros, tú percibes que nada de eso es real.
- Miedo y anticipación al fracaso.
- Dedicar mucho tiempo para hacer las tareas y considerar que un trabajo nunca está terminado o lo suficientemente bien.
- Postergar tareas.
- Dificultad para delegar.
- Lo que te gusta y necesitas es algo secundario.
- Te culpas de cosas que no dependen de ti. Si algo sale mal en tu trabajo, al final terminas asumiendo tú la responsabilidad. Si tu pareja llega a casa de mal humor, te preguntas qué puedes haber hecho para que se sienta de ese modo.
- Necesidad de control sobre el entorno y tendencia a tenerlo todo bien programado. Dificultad para tolerar los cambios.
- Inseguridad (laboral, relaciones de pareja, amistad).
- Pones la lupa en un error mínimo y lo amplificas. No importa que hayan pasado tres meses desde ese fallo, te sigue doliendo y te obsesiona. Tampoco importa que nadie se haya dado cuenta de ese descuido o traspiés; eres tu peor juez y te castigas.
- Necesidad de reconocimiento externo.
¿Qué podemos hacer para cambiar?
- Aprender a seleccionar lo importante. Cuando queremos hacer todo perfecto nos da miedo poder dejarnos algo necesario sin atender, pero cuenta, con que no todo puede abarcarse y da por hecho que algunas tareas no podrán atenderse hoy.
- Organiza y planifica tu tiempo de manera realista. Fija metas alcanzables y determina un tiempo aproximado (pero realista) para cada tarea.
- Reserva un tiempo cada día al ocio y descanso. Es tan prioritario como tu tiempo de trabajo.
- Asume la posibilidad de cometer errores
- Reeduca tu mente. Atiende e identifica pensamientos autoexigentes como, por ejemplo: “debería estar trabajando, tengo que hacerlo mejor, no lo haré bien si no invierto mucho tiempo, no debo perder el tiempo”, etc… Permítete tiempo para no hacer nada. Al principio será complicado, pero a medida que lo practiques te resultará más fácil.
- Expresa tus emociones cuando te encuentres agobiado, estresado o irritable. El apoyo social es un gran amortiguador del estrés.
- Reserva un tiempo de tu día para imprevistos o planes que puedan surgir. De lo contrario, tenerlo todo planificado adquiere el carácter de obligatorio, como si todo fuese trabajo, y no permite que nos relajemos y podamos disfrutar del momento. Es recomendable tener espacios sin estructurar.
- Analiza los pros y contras a la hora de tomar una decisión importante que te preocupe
- Acepta que el fracaso, forma parte de la vida y del aprendizaje, es necesario.
- Agradece los halagos de los demás, aunque al principio no te los creas. A medida que lo pongas en práctica, se volverá un hábito, y empezarás a darle un valor más certero.
- Intenta delegar algunas tareas. Si te resulta complicado porque es difícil lidiar con la sensación de no poder controlar lo que hacen los demás, trata de empezar a delegar las tareas más fáciles, para ir sintiéndote más cómod@ progresivamente.
- Analiza de forma realista qué proporción de los acontecimientos que no salen bien, dependen de ti. Sé consciente de lo que está bajo tu control y lo que no. Todos tenemos un “límite de maniobra”, dado que siempre hay una parte que no es nuestra responsabilidad.
- Practica la autocompasión
- Identifica en qué momentos tus actitudes tienen el fin de encontrar un reconocimiento por parte de los demás y evita actuar para ello en futuras ocasiones.
- Ten en cuenta que ser menos autoexigente será algo gradual. Estás aprendiendo. No te exijas cuando te sorprendas a ti mism@ siendo autoexigente contigo. Lo estás haciendo lo mejor que puedes, en este momento.
Por último, recordar que es habitual que, en algún momento de la vida de una persona, y en algún área en concreto (según también el momento evolutivo en el que nos encontremos) se tienda en mayor medida, y de forma temporal, a la autoexigencia. Sin embargo, si la autoexigencia está presente en diversos ámbitos de la vida de una persona, y es algo “habitual” en nuestra vida que no se explica por una circunstancia concreta, es conveniente identificar en qué aspectos alguien está siendo autoexigente consigo mismo, y poder plantear un cambio, mejorando así la calidad de vida y el bienestar emocional.
Paloma Martín Guerrero
Psicóloga General Sanitaria