Los problemas emocionales, entre los que se hallan los problemas de ansiedad y del estado de ánimo, se encuentran entre las demandas más frecuentes en Salud Mental. Tienen una prevalencia vital aproximada del 25% y una alta tasa de comorbilidad. Son problemas que afectan de forma significativa a áreas vitales fundamentales, como el trabajo y la vida social, y perturban de modo notable la vida de quienes los padecen.
La perspectiva transdiagnóstica surge de la necesidad de disponer de tratamientos eficaces y eficientes que den respuesta a este tipo de casos.Esta perspectiva asume que los distintos problemas emocionales comparten características importantes y se propone que este solapamiento emerge de vulnerabilidades biológicas y psicológicas comunes.
Barlow (1998) distingue tres tipos de vulnerabilidad diferentes, pero relacionadas entre sí, presentes en el origen de los distintos problemas emocionales:Vulnerabilidad biológicageneral (heredable), vulnerabilidad psicológica general (a causa de experiencias tempranas adversas) y la vulnerabilidad psicológica específica (explica por qué se desarrolla un trastorno emocional en lugar de otro-en gran medida aprendida-).
Asimismo, otras dos variables se han relacionado con la experimentación de los problemas emocionales: alto afecto negativo y bajo afecto positivo. El primero de ellos se relaciona con una percepción de incontrolabilidad respecto a acontecimientos futuros, hipervigilancia y percepción de baja autoeficacia respecto a la habilidad de poder afrontar acontecimientos estresantes, y tendencia a evitar situaciones desagradables. El segundo, daría lugar a bajo interés y pesimismo y estaría asociado a una reducción de la actividad. Esta vulnerabilidad, unida a estresores vitales puede llevar a la aparición de distintos síntomas (ataques de pánico, síntomas somáticos, pensamientos intrusivos, rumiaciones, etc) susceptibles de eclosionar en un trastorno de ansiedad o depresión.
El modelo transdiagnóstico enfatiza el papel de la regulación emocional como un concepto clave para entender y tratar este tipo de problemas. La regulación emocional son las estrategias que las personas realizan para influir o modificar las experiencias emocionales que experimentan, esto es, estrategias dirigidas a mantener, aumentar o suprimir un determinado estado emocional. Aquellas estrategias inadecuadas como la rumiación o la supresión emocional desempeñan un importante papel en el desarrollo y mantenimiento de los síntomas ansioso-depresivos comunes en los problemas emocionales.
Bajo esta línea de tratamiento, se desarrolla un proceso terapéutico en el cual se le ayuda al paciente a una mejor comprensión de la interacción entre pensamiento, emoción y conducta; se flexibilizan las interpretaciones negativas y ansiosas de la situación; se identifican las tendencias de acción desadaptativas para modificarlas; y se incrementa la conciencia y la tolerancia a las sensaciones físicas asociadas habitualmente a la ansiedad.
Todos estos aspectos básicos del tratamiento, se unen en una fase final de ejercicios emocionales, a través de los cuales se evocan experiencias emocionales internas y/o situacionales, para desarrollar una estrategia de regulación emocional más adaptativa; de forma que las conductas de evitación o supresión emocional sean sustituidas por otras alternativas que se aproximen más a una adecuada regulación de las emociones.
Fuentes bibliográficas:
- Barlow, D.H. (1998). Anxiety and its disorders: The nature and treatment of anxiety and depression comorbidity with treatment outcome. Journal of Psychopathology and Behavioral Assesment, 32(2), 185-192.
- Barlow, D. H., Farchione, T. J., Fairholme, C. P., Ellard, K. K., Boisseau, C. L., Allen, L. B., & Ehrenreich-May, J. (2016). Protocolo unificado para el tratamiento transdiagnóstico de los trastornos emocionales. Alianza Editorial.
Paloma Martín Guerrero.
Psicóloga General Sanitaria.
