A pesar de la idiosincrasia de cada niño, todos utilizan el mismo “lenguaje” para expresar sus sentimientos y necesidades: el llanto.
El llanto constituye una respuesta innata en bebés que les permite expresar de forma rápida y directa las necesidades básicas a sus cuidadores principales, por lo que constituye un mecanismo excelente de supervivencia y forma parte de un desarrollo evolutivo normal.
Esta conducta es utilizada con mayor frecuencia en la etapa evolutiva que precede al lenguaje, puesto que el reportorio conductual para demandar la ayuda es más escaso. Además, coincide con los primeros meses de adaptación del bebé a la vida, siendo el llanto, clave para su homeostasis interna (pueden llegar a llorar de 1 a 3 horas diarias). A medida que el niño va creciendo, este irá encontrando otras formas de interacción y el llanto se irá regulando (utiliza el chupete, juega con las manos, etc.). La respuesta de los padres puede contribuir a favorecer esa regulación.
Aunque, a priori, el llanto no tiene que suponer un síntoma de alguna patología, suele causar estrés y preocupación en las familias, especialmente cuando es demasiado frecuente e intenso. El adulto empieza poco a poco a diferenciar mediante ensayo y error las diferentes causas del llanto y va respondiendo de forma más eficaz a las necesidades del bebé.
Causas del llanto de un bebé
Las causas del llanto de un bebé suelen ser variadas. Entre ellas se encuentran:
- Expresión de una necesidad básica (hambre, sueño, frío, pañal mojado, etc.). Es un vehículo a través del cual el bebé pide ayuda para satisfacer una necesidad que no puede satisfacer por el mismo, es la causa más fácil de identificar y solucionar. El llanto por sueño es suave y rítmico, mientras que el llanto por hambre es más persistente.
- Manifestación de dolor (cólico del lactante, infecciones o inflamaciones). Se trata de un llanto más agudo e intenso.
- Expresión de una emoción desagradable (asociadas a la falta de estimulación sensorial, tristeza o miedo). Se trata de un llanto monótono, con subidas y bajadas de tono. Cesa cuando obtiene la atención del adulto (que lo coge en brazos o lo cambia de ambiente).
- Respuesta a un exceso de estímulos (sobreexcitación por ruido, exceso de estimulación o tensión). Puede ser un llanto más agudo que el habitual.
- Llanto por cansancio.
- Reacción de angustia ante la separación de sus figuras de apego y/o presencia de extraños. Utilizan el llanto para expresar su temor ante la situación extraña.
¿Qué pueden hacer los padres ante el llanto del bebé?
- Identificar si existe una necesidad inmediata (hambre, frío, etc.) y satisfacerla.
- Si continúa llorando y no hemos identificado la causa del llanto, debemos acompañarle en su llanto y ofrecerles nuestra atención. Es recomendable que actúen con prontitud favoreciendo el contacto físico (caricias, masajes, cogerlo en brazos) y proporcionar una respuesta congruente. Se pueden utilizar diversas estrategias (cambiarlo de lugar, iniciar algún juego, dar un paseo, susurrar, cantar, etc.). Prestarle atención y ofrecerles nuestro cariño van a contribuir a mejorar su seguridad y confianza. Asimismo, es importante que en la medida de lo posible, los cuidadores principales traten de no transmitir su sensación de angustia al bebé, mostrando una actitud calmada.
- Descartar que exista un problema de salud.
Cristina Núñez Parra
Psicóloga Colaboradora
Centro de Psicología Clínica Psicohuma