¿Te ha ocurrido alguna vez que alguna idea, pensamiento, preocupación o imagen invade tu mente repentina e insistentemente? Si es así, probablemente hayas intentado por todos los medios apartarlos de tu cabeza. Sin embargo, en realidad de esta forma se consigue justo el efecto contrario. Si oyes la frase: ¡No pienses en un elefante rosa!, seguramente, sea difícil no imaginarlo, precisamente, porque piensas en él, para luego tratar de no hacerlo, ¿complicado no?
Justo esta es la idea, que queremos transmitiros en el blog de hoy. El tratar de no pensar en algo es proporcional a la importancia que se le da al “no pensar”. Es decir, cuanto más interesados/as estemos en apartar un pensamiento de la cabeza, más probable será que lo pensemos. “No quiero pensar en mi expareja”, “No quiero pensar en que pueda pasar algo malo”, etc.
Aunque suene controvertido, la solución para no pensar, muchas veces está en permitirnos pensar, en convivir con la idea o el pensamiento que nos atrapa, para posteriormente, una vez seamos conscientes y hallamos aceptado la presencia del pensamiento en nuestra mente, poder dejarlo ir tranquilamente, sin que su intromisión nos provoque ansiedad y malestar. Porque, precisamente, la importancia que le damos al mismo, y a su aparición, es lo que acentúa el malestar que sufrimos tras la llegada del pensamiento. El funcionamiento de este tipo de pensamientos en nuestra mente sería algo parecido a la siguiente imagen:
Todo esto, retroalimenta su aparición creando un círculo vicioso complejo, que nos mantiene alerta e hiper-vigilantes, y provoca desesperación al no saber cómo apartarlo de nuestra mente. Así, como decíamos, quizás entre las soluciones posibles pueda estar el no luchar contra él, sino observarlo, centrar tu atención en ese pensamiento, y aprender a convivir con él; y una vez aceptemos su presencia, poder ser capaces de dirigir nuestra atención a otros pensamientos o actividades que nos resulten provechosas.
“Nadie se ilumina fantaseando figuras de luz, sino haciendo consciente su oscuridad”. Carl Jung.
Paloma Martín Guerrero.
Psicóloga General Sanitaria Centro Psicohuma.
El problema no es pensar mucho, el problema es pensar mal. Si se piensa mucho y bien es lo mejor, siempre que te deje dormir y descansar lo que necesites. Clasificación por orden de mejor a peor: Pensar mucho y bien. Pensar poco y bien. Pensar poco y mal. Pensar mucho y mal.